El parto suele asociarse con la imagen de una mujer acostada boca arriba, limitada en su capacidad de moverse. Sin embargo, no siempre tiene que ser así, siempre que no existan contraindicaciones médicas. Moverse durante el trabajo de parto no solo es posible, sino que puede traer numerosos beneficios para la mujer.
A lo largo del embarazo, el cuerpo experimenta una serie de cambios hormonales que lo preparan para el nacimiento. Una de esas hormonas es la relaxina, que aumenta la movilidad de articulaciones y ligamentos, permitiendo que la pelvis se adapte al proceso de expulsión del bebé.
Desde las primeras semanas de embarazo, se recomienda practicar ejercicio. Esto no solo beneficia la salud general durante la gestación, sino que también prepara el cuerpo para el parto. A partir de la semana 32, es especialmente útil empezar a incorporar movimientos y posturas que favorezcan el descenso del bebé, ayudando a tener un parto más fluido y menos complicado.
Moverse durante el trabajo de parto tiene múltiples beneficios:
– Controlar la ansiedad y el estrés.
– Aliviar el dolor de las contracciones y hacerlas más eficaces.
– Reducir el tiempo del trabajo de parto.
– Disminuir la necesidad de un parto instrumentalizado.
La pelvis femenina tiene una gran capacidad de movimiento, lo que facilita el paso del bebé por el canal del parto. Los ejercicios y las posturas que practiques durante el embarazo te ayudarán a aprovechar esa movilidad de forma instintiva durante el trabajo de parto.
Además, puedes complementar estos movimientos con elementos que te hagan sentir bien: música, aromaterapia, masajes, todo lo que te permita liberar oxitocina y disfrutar de una experiencia más plena y relajada.
No esperes más, empieza a moverte desde ya para sentirte más preparada y segura para el momento del parto.